Meniscos: Los Amortiguadores Olvidados de tu Rodilla


¿Qué son los Meniscos y Para Qué Sirven?

Imagina dos almohadillas o cojines con forma de media luna o de la letra «C» dentro de tu rodilla. Eso son los meniscos. Son estructuras hechas de fibrocartílago que se asientan sobre el hueso de la espinilla (tibia) para recibir el hueso del muslo (fémur).

Su función es vital:

Estabilidad: Ayudan a que el fémur y la tibia encajen correctamente (coaptación), lo que le da a tu rodilla una buena estabilidad en cada paso y movimiento.

Amortiguación: Actúan como los principales amortiguadores, ayudando a distribuir el peso que recibe la articulación. Esto minimiza el impacto directo entre tus huesos.


¿Cómo se Lesionan los Meniscos?

Las lesiones de menisco pueden afectar a cualquiera, pero se dividen en dos categorías principales:

  1. Lesiones agudas (Traumáticas): Son más comunes en deportistas y ocurren repentinamente debido a:
    • Giros o cambios de dirección bruscos (pie fijo y el cuerpo gira).
    • Aceleración/desaceleración rápidas.
    • Aterrizajes de saltos o cargas axiales con mucho peso.
  2. Lesiones degenerativas: Son más frecuentes en personas mayores (hasta el 60% de la población) y suceden de manera paulatina. El menisco se desgasta con el tiempo y el uso normal, volviéndose más propenso a romperse incluso con movimientos cotidianos.

¿Cómo Identificar una Posible Lesión de Menisco?

Si has tenido un trauma en la rodilla o sientes molestias recurrentes, presta atención a estos signos:

Dolor: Dificultad para realizar actividades que involucren girar, ponerse en cuclillas o hacer deporte.

Sensación de «pop» o chasquido: Puedes escuchar o sentir un ruido justo en el momento de la lesión.

Hinchazón (inflamación): La rodilla puede inflamarse horas después de la lesión.

Bloqueo: Una sensación de que la rodilla se «traba» y no puedes enderezarla o doblarla completamente.


¿Cómo Empezar la Recuperación?

Si sospechas una lesión, las primeras medidas se centran en la protección y el movimiento seguro:

  1. Protege tu rodilla: Evita temporalmente las cargas altas, los movimientos rápidos y las rotaciones que puedan empeorar el daño.
  2. Mantén el movimiento: Intenta mantener la mayor cantidad de rango de movimiento de tu rodilla, siempre y cuando no sea doloroso. El reposo total no siempre es la mejor opción.

La recomendación principal es siempre la misma: Acude a tu fisioterapeuta para una evaluación profesional. Sólo un experto podrá determinar el tipo y gravedad de la lesión, y diseñar un plan de tratamiento adecuado, ya sea que requieras terapia manual, ejercicio terapéutico o preparación para una cirugía.


Meniscos: Los Amortiguadores Olvidados de tu Rodilla 🦵

Tu rodilla es una de las articulaciones más activas y complejas de tu cuerpo, y gran parte de su resistencia se la debe a unas estructuras pequeñas pero poderosas: los meniscos. Si quieres entender por qué a veces sientes dolor o un «clic» en la rodilla, ¡sigue leyendo!


¿Qué son los Meniscos y Para Qué Sirven?

Imagina dos almohadillas o cojines con forma de media luna o de la letra «C» dentro de tu rodilla. Eso son los meniscos. Son estructuras hechas de fibrocartílago que se asientan sobre el hueso de la espinilla (tibia) para recibir el hueso del muslo (fémur).

Su función es vital:

  • Amortiguación: Actúan como los principales amortiguadores, ayudando a distribuir el peso que recibe la articulación. Esto minimiza el impacto directo entre tus huesos.
  • Estabilidad: Ayudan a que el fémur y la tibia encajen correctamente (coaptación), lo que le da a tu rodilla una buena estabilidad en cada paso y movimiento.

¿Cómo se Lesionan los Meniscos?

Las lesiones de menisco pueden afectar a cualquiera, pero se dividen en dos categorías principales:

  1. Lesiones Agudas (Traumáticas): Son más comunes en deportistas y ocurren repentinamente debido a:
    • Giros o cambios de dirección bruscos (pie fijo y el cuerpo gira).
    • Aceleración/desaceleración rápidas.
    • Aterrizajes de saltos o cargas axiales con mucho peso.
  2. Lesiones Degenerativas: Son más frecuentes en personas mayores (hasta el 60% de la población) y suceden de manera paulatina. El menisco se desgasta con el tiempo y el uso normal, volviéndose más propenso a romperse incluso con movimientos cotidianos.

¿Cómo Identificar una Posible Lesión de Menisco?

Si has tenido un trauma en la rodilla o sientes molestias recurrentes, presta atención a estos signos:

  • Sensación de «Pop» o Chasquido: Puedes escuchar o sentir un ruido justo en el momento de la lesión.
  • Hinchazón (Inflamación): La rodilla puede inflamarse horas después de la lesión.
  • Bloqueo: Una sensación de que la rodilla se «traba» y no puedes enderezarla o doblarla completamente.
  • Dolor: Dificultad para realizar actividades que involucren girar, ponerse en cuclillas o hacer deporte.

¿Cómo Empezar la Recuperación?

Si sospechas una lesión, las primeras medidas se centran en la protección y el movimiento seguro:

  1. Protege tu Rodilla: Evita temporalmente las cargas altas, los movimientos rápidos y las rotaciones que puedan empeorar el daño.
  2. Mantén el Movimiento: Intenta mantener la mayor cantidad de rango de movimiento de tu rodilla, siempre y cuando no sea doloroso. El reposo total no siempre es la mejor opción.

La recomendación principal es siempre la misma: Acude a tu fisioterapeuta para una evaluación profesional. Solo un experto podrá determinar el tipo y gravedad de la lesión y diseñar un plan de tratamiento adecuado, ya sea que requieras terapia manual, ejercicio terapéutico o preparación para una cirugía.


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